Artrosis. Síntomas, causas y recomendaciones


Síntomas y tratamientos para la artrosis

ES LA ENFERMEDAD ARTICULAR MÁS FRECUENTE EN NUESTRO PAÍS, CON CERCA DE SIETE MILLONES DE AFECTADOS

La artrosis es una enfermedad crónica causada por un “desgaste” en la superficie de las articulaciones que puede ser progresivo, de tal manera que con el movimiento de la articulación se produce dolor, rigidez e incapacidad funcional. Es la enfermedad articular más frecuente en nuestro país y afecta a cerca de siete millones de españoles. Contrariamente a lo que muchas personas piensan, la artrosis no es una enfermedad exclusiva de la vejez, ya que cualquiera puede padecerla, si bien es cierto que su frecuencia aumenta con la edad y es más común en la mujer y en personas genéticamente predispuestas.

Según la Sociedad Española de Reumatología (SER), la artrosis se localiza habitualmente en la columna cervical y lumbar, en algunas articulaciones del hombro y de los dedos de las manos, en la articulación de la raíz del pulgar, la cadera, la rodilla y en la articulación del comienzo del dedo gordo del pie. Fuera de estas localizaciones, la artrosis es rara y, cuando aparece, suele ser por la existencia de un daño previo o de otra enfermedad articular subyacente.

Síntomas de la artrosis

La artrosis es una enfermedad que puede no dar síntomas -por ejemplo en la columna es frecuente encontrar signos radiográficos de artrosis sin que el individuo tenga dolor-; no obstante, el síntoma fundamental de la artrosis es el dolor. Este dolor suele aparecer cuando se exige un esfuerzo a la articulación enferma y, en general, empeora a medida que avanza el día. Si la enfermedad progresa, el dolor puede aparecer con el reposo o el descanso nocturno y la articulación se vuelve rígida, como si estuviera “mal engrasada”. También pueden notarse crujidos con el movimiento de las articulaciones.

La artrosis de rodilla o cadera puede causar dificultad para levantarse de una silla, salir de un coche o subir y bajar escaleras. Algunos enfermos con artrosis pueden notar episodios de hinchazón y derrame en las articulaciones, con acumulación de líquido en las mismas. El adelgazamiento del muslo es típico de la artrosis de rodilla, lo que unido al dolor aumenta la inestabilidad e inseguridad, especialmente al bajar escalones. En la artrosis de la columna vertebral se produce dolor de cuello o de la región lumbar, dificultad para el movimiento y contractura de los músculos de la región afectada.

En determinadas ocasiones, por irritación de los nervios que están entre las vértebras, el dolor puede transmitirse a las extremidades, especialmente a las inferiores, con crisis de ciática.

El cartílago es la cuestión

Según explica la Sociedad Española de Reumatología, se desconoce la causa de la artrosis. Las investigaciones realizadas hasta la fecha sugieren que existen determinados factores que aumentan el riesgo de padecer esta enfermedad; la obesidad, determinadas ocupaciones y actividades laborales, la herencia y el excesivo ejercicio físico son las más importantes.

El componente de la articulación que sufre desde el principio en la artrosis es el cartílago articular. Los reumatólogos aducen que en las articulaciones normales, el cartílago articular, junto con el líquido sinovial, proporciona las propiedades necesarias para almohadillar y permitir el roce y el choque entre los dos huesos que se articulan. Cualquier persona que haya contemplado la necesidad de rodamientos y de líquido lubrificante en maquinarias industriales comprenderá fácilmente la misión que tiene el cartílago articular en el esqueleto.

En un primer momento el cartílago deja de ser firme y se reblandece; se vuelve frágil y quebradizo, pierde su elasticidad habitual y la capacidad de amortiguar. En una fase intermedia, se adelgaza y en determinadas zonas desaparece, dejando de recubrir y de proteger al hueso que está debajo. Finalmente, aparecen zonas en las que el extremo del hueso que se articula deja de estar protegido por el cartílago articular, quedando aquél expuesto a fuerzas físicas frente a las que no está preparado para resistir. Tal y como explica claramente la citada sociedad científica, “imagínese usted dos huesos rozando total o parcialmente entre sí en movimientos que, a veces, se realizan multitud de veces al día. La consecuencia de esto es que el hueso articular sufre y reacciona. Se vuelve más compacto y se deforma, crece en los extremos y márgenes formando unas excrecencias o picos que los médicos llamamos osteofitos”.

Cuando el cartílago se va perdiendo, el hueso reacciona y crece por los lados, deformando la articulación (nódulos de Heberden, de Bouchard en las manos). La membrana sinovial se engrosa y produce un líquido sinovial menos viscoso y más abundante que lubrifica menos. Además están presentes fragmentos de cartílago que se han soltado y que flotan libres en la cavidad entre las articulaciones. Estos fragmentos originan una inflamación de la membrana y la producción de sustancias que, al pasar a la cavidad articular, aceleran la destrucción del cartílago.

Quién lo padece

Los especialistas ponen de relieve que los primeros cambios se producen sin que el paciente note ningún síntoma, ya que el cartílago no tiene capacidad para producir dolor. En esta fase el cartílago todavía puede recuperarse y la enfermedad es potencialmente reversible. Cuando el cartílago desaparece totalmente, la enfermedad es muy severa y el proceso es ya irreversible.

El exceso de peso corporal incrementa el riesgo de artrosis en la rodilla. También hay personas que desarrollan artrosis en otros lugares del cuerpo por un uso excesivo o inadecuado de las articulaciones correspondientes. Es conocido, por ejemplo, el riesgo incrementado de padecer artrosis de rodilla que presentan los futbolistas por haber recibido golpes y lesiones repetidas en esa zona.

Además, en algunas familias es más frecuente que aparezca la artrosis por transmitir en sus genes alteraciones en la producción de proteínas (colágeno) muy importantes para la fabricación de un cartílago articular normal. Algunas mujeres con predisposición hereditaria pueden desarrollar artrosis en los dedos de las manos. De hecho, la artrosis de las manos y la rodilla es más frecuente en mujeres. También se puede nacer con anomalías en la configuración de los extremos de los huesos que forman las articulaciones o con alteraciones que permiten que éstas se muevan en exceso. En estas dos últimas circunstancias también se ve incrementado el riesgo de padecer artrosis.

La artrosis no está relacionada con la climatología. Ocurre en todo el mundo y a veces los pacientes pueden tener más dolor cuando baja la presión atmosférica o hay más humedad, aunque ello no signifique que la lesión artrósica haya empeorado.

Los más afectados

Entre los pequeños empresarios del comercio, turismo, hostelería y en los trabajadores del servicio doméstico, la causa más frecuente de incapacidad laboral temporal es la artrosis periférica, que afecta a las manos, rodilla y cadera. La actividad física deportiva y/o laboral puede conducir a lesiones focales y podría aumentar la artrosis, como ocurre con algunos deportistas de alta competición y bailarines.

También se ha relacionado el desarrollo de artrosis con ciertas profesiones que requieren una función continuada, y durante largos períodos de tiempo, de algunas regiones anatómicas, como es la artrosis lumbar y de rodillas en mineros; la artrosis de codo y muñeca en los trabajadores de martillo neumático, o la artrosis de cadera en los agricultores.

¿Cómo se trata?

Sigue sin aparecer el marcador o la técnica de imagen que determine, con precisión, el grado de predisposición de una persona a padecer artrosis o de evaluar la efectividad del tratamiento condroprotector (dirigido a prevenir o retrasar el daño de la articulación). El tratamiento de la artrosis debe ser individualizado, señalan los especialistas, y ajustarse a la articulación afectada. Los objetivos del tratamiento son controlar la sintomatología, es decir el dolor, mantener la funcionalidad de la articulación y reducir al máximo la progresión de la enfermedad.

Medidas no farmacológicas, como rehabilitación, reducir la carga que soportan las articulaciones, incluida la obesidad, o ejercicios para fortalecer la musculatura, mejoran los síntomas de la enfermedad. Otras alternativas incluyen los tratamientos físicos y, a veces, la cirugía.

Cabe aquí hacer el inciso de que datos del estudio Artrocad, realizado el pasado año por la Sociedad Española de Reumatología (SER) y la Sociedad Española de Medicina Rural y Generalista (Semergen), muestran que un 75% de los pacientes con artrosis no hace ningún tipo de ejercicio para mejorar los síntomas de la enfermedad, y cerca del 50% presenta obesidad. Aunque es una enfermedad con baja mortalidad, su alta prevalencia y perdurabilidad (afecta a muchos, durante muchos años) hacen que su carga social sea enorme.

Por otra parte, la SER recuerda que no existe una dieta especial para las personas con artrosis, de modo que los remedios como iones y diversos derivados de cartílago que no se venden como medicamento carecen de respaldo científico. “Las medicinas alternativas, salvo la acupuntura, tienen en general un efecto similar al ‘placebo’.” Además, “cambiar de residencia buscando un clima más cálido no tiene sentido, al no influir a largo plazo sobre la enfermedad, si bien pudiera afectar temporalmente a los síntomas”.

Se aconseja realizar las tareas físicas de forma intermitente, alternando con períodos de descanso. Para la artrosis de manos es conveniente no abusar de movimientos repetitivos como la costura y diversas manualidades.

Medicamentos

Las claves del tratamiento son el ejercicio, combatir la obesidad y los analgésicos/antiinflamatorios. Los medicamentos que habitualmente se recetan para el tratamiento de la artrosis persiguen, como se ha señalado anteriormente, el fin de aliviar sus síntomas. Un medicamento analgésico es aquel que combate el dolor, incluyendo el dolor articular, pero no afecta a la artrosis en sí misma. Los antiinflamatorios no esteroideos son medicamentos utilizados contra el dolor, la inflamación y la rigidez de las articulaciones.

Se pueden utilizar largos períodos de tiempo porque no producen tolerancia, es decir, que no pierden su efecto (si han sido eficaces) al prolongarse su administración. Tampoco originan una dependencia, lo cual significa que se pueden suspender sin que se sufra ninguna necesidad obsesiva de seguir tomándolos. No son "drogas": no se acostumbra uno a ellos ni se sufre un síndrome de abstinencia (“mono”) cuando se suprimen.

Otros tratamientos posibles son el sulfato de glucosamina y el condroitín sulfato, que frenan el proceso degenerativo del cartílago, a la vez de ejercer un efecto antiinflamatorio.

En algunos pacientes con artrosis avanzada e incapacitante puede ser necesaria la cirugía para atenuar el dolor y recuperar la mayor función posible de la articulación o corregir una deformidad. Algunas intervenciones se pueden hacer para limpiar y lavar la articulación, eliminando adherencias y cuerpos extraños.

La osteotomía permite, cortando cuñas de hueso, realinear y colocar en posición correcta la articulación. Se aplica, sobre todo, en la rodilla. La artroplastia consiste en sustituir total o parcialmente las zonas enfermas de la articulación, utilizando prótesis artificiales formadas por componentes de metal, plástico y cerámica. Las artroplastias más frecuentes son las de cadera y rodilla.

DECÁLOGO DE RECOMENDACIONES
1. Mantenga un peso corporal correcto. La obesidad es una de las causas de la enfermedad y, además, hace que ésta progrese más rápidamente. Si usted es obeso o tiene sobrepeso, inicie algún programa dietético que le haga adelgazar. No son necesarias dietas especiales ni existen alimentos completamente prohibidos en esta enfermedad. Una dieta baja en calorías es suficiente.

2. Calor y frío. En general, el calor es más beneficioso en la artrosis. Se puede aplicar de forma casera, con la manta eléctrica o la bolsa de agua caliente colocadas sobre la articulación dolorosa. Alivian el dolor y relajan la musculatura. En ocasiones, la articulación artrósica puede tener un intenso brote inflamatorio y, en esas ocasiones, es útil aplicar frío local mediante bolsas de hielo o baños fríos.

3. Medicación. Se dispone de muchos tipos de medicamentos que pueden ser beneficiosos en esta enfermedad. Existen analgésicos, antinflamatorios, geles y cremas, así como infiltraciones locales, que pueden evitar la progresión de la artrosis. Sin embargo, ha de ser su médico o reumatólogo el que decida, en cada momento de la evolución, cuál es el más adecuado. No se automedique. Las terapias llamadas alternativas, como la acupuntura y la osteopatía, no han demostrado su eficacia científicamente, pero si desea emplearlas, consulte antes a su médico para evitar problemas.

4. Hábitos posturales. Duerma en cama plana. Evite sentarse en sillones o sofás hundidos y use sillas con respaldo recto, donde sus caderas y rodillas mantengan una posición natural y sus pies estén en contacto con el suelo.

5. Ejercicio. El ejercicio protege la articulación y aumenta la fuerza de nuestros músculos. Disminuir al máximo la movilidad hace que la persona artrósica se convierta en dependiente de los demás. Es bueno caminar, ir en bicicleta y practicar la natación, pero los deportes de contacto o de gran sobrecarga física son menos recomendables. Existen también ejercicios específicos para cada articulación que esté afectada por la enfermedad; solicítelos a su médico o reumatólogo y hágalos diariamente.

6. Reposo. No es contradictorio con el punto anterior. La artrosis es una enfermedad que cursa con periodos intermitentes de dolor y, durante las fases con mayor dolor, el reposo relativo es beneficioso. También es bueno intercalar pequeños periodos de reposo durante las actividades de la vida diaria.

7. Evite sobrecargar las articulaciones. No coja pesos excesivos, procure no caminar por terrenos irregulares y no estar de pie excesivamente sin descansar. Use un carrito para llevar las compras. Si padece artrosis de rodilla o de cadera, el empleo de un bastón para caminar disminuye la sobrecarga de esas articulaciones.

8. Calzado adecuado. Si tiene usted artrosis lumbar, de caderas o de rodillas, debe emplear un calzado de suela gruesa que absorba la fuerza del impacto del pie contra el suelo al caminar. Esto también puede conseguirse con plantillas o taloneras de silicona que se colocan en el zapato. No use zapatos con tacón excesivo. Es preferible emplear zapato plano o con un ligero tacón.

9. Balnearios. Los balnearios aplican aguas mineromedicinales, generalmente termales, para el tratamiento de la artrosis. Con ello se consigue mejorar el dolor y relajar la musculatura contracturada. También, los llamados centros SPA (salud por el agua) realizan tratamientos estéticos y de relax mediante el uso de agua. Ambas formas pueden ser útiles en la artrosis.

10. Mantenga una actitud positiva. La artrosis, a pesar de todo, permite mantener una vida personal y familiar completa, con muy escasas limitaciones. En los casos más avanzados y de peor evolución, existen tratamientos quirúrgicos que pueden solucionar el problema. La artrosis per se no afecta la vida y los progresos en su investigación y tratamiento son continuos.

FUENTE: Sociedad Española de Reumatología.

FOTO: FONDO DE IMAGEN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE REUMATOLOGÍA. DR. JOSÉ Mª PEGO. HOSPITAL DO MEIXOEIRO (VIGO)

Más información: www.ser.es. www.elperiodicodelafarmacia.es

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