Una investigación asturiana demuestra que todas las prótesis liberan metales

Constatación: no hay un solo material susceptible de ser utilizado para la fabricación de prótesis que no libere partículas. Suposición: quizás en un futuro no muy lejano podamos contar con una aleación que no elimine metales y que aguante al cien por cien de su capacidad durante tiempo indefinido en uno de los sistemas más corrosivos que se conocen: el interior del cuerpo humano.
La reciente polémica sobre los problemas generados por prótesis implantadas en todo el territorio nacional -también en Asturias-, que han obligado a las autoridades sanitarias a retirarlas del mercado, pone de actualidad las investigaciones que desde hace ocho años lleva realizando un grupo de la Universidad de Oviedo adscrito a la Facultad de Química y cuya consecuencia más inminente será la tesis doctoral que está a punto de leer la avilesina Yoana Nuevo Ordóñez.
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Ocho años de investigación con prótesis, en colaboración estrecha con el servicio de traumatología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) han servido para profundizar en el estudio del comportamiento de determinados metales, pero también para seguir la pista de esos metales de las prótesis después de que se liberan en el cuerpo. Las prótesis al uso están compuestas principalmente por cromo y cobalto, aunque también contienen titanio y otros metales menores. Cada uno de esos metales, como sostiene la investigadora Nuevo Ordóñez, recorren rutas orgánicas diferentes. «El cobalto se une a la albúmina, la principal proteína del suero. El cromo, sin embargo, liberado de la prótesis como Cromo 6, no se asocia especificamente a ninguna proteína, pero este metal, como Cromo 6, tiene capacidad para atravesar las barreras de la célula y ahí, tras varias transformaciones, puede enlazarse al ADN, una vez convertido en Cromo 3». Mutagénico.
Pero hablamos de concentraciones bajísimas, en medidas de nanogramos por mililitro (partes por billón). Las prótesis de cromo y cobalto de nueva generación que son utilizadas en la actualidad están diseñadas para que duren más porque el perfil del paciente ha cambiado en los últimos años. «Ahora se implantan no sólo a personas mayores sino a gente muy joven, deportistas y afectados por accidentes. Son prótesis que tienen que tener más resistencia y duración».


Y la tienen, pero nadie ha logrado una prótesis que no libere partículas. «Es inevitable por ahora, aunque las concentraciones sean muy bajas», insiste Yoana Nuevo, quien leerá su tesis doctoral en los próximos meses. Esas partículas pasan a la sangre pudiendo llegar a cualquier órgano a través del torrente sanguíneo.
El titanio es, por excelencia, un metal considerado inerte, inocuo e indegradable. Pero también libera partículas. La investigación asturiana ha determinado que, cuando se produce esa liberación, cromo, cobalto y titanio lo hacen de forma independiente y cada cual busca su camino. El titanio se une a la transferrina, que es la principal proteína transportadora de hierro. «Sabemos que se produce ese proceso, y verlo ya es un logro».
La tesis doctoral de Yoana Nuevo está dirigida por las profesoras María Montes Bayón y Elisa Blanco González, dentro de uno de los grupos de trabajo liderados por el catedrático de Química Alfredo Sanz Medel.
Las mediciones para el estudio se han realizado con el llamado ICP de masas, el espectrómetro de masas de más alta resolución, el más sensible y selectivo, «un aparato muy sofisticado y que además obliga a una metodología complicada», dice Yoana Nuevo, licenciada en Químicas por la Universidad de Oviedo y que tiene su destino inmediato en el NIST, centro de investigación de Carolina del Sur, en los Estados Unidos.
HUCA y Universidad de Oviedo, a través de su Facultad de Químicas, han trabajado con prótesis de cadera y rodilla, y también con clavos intramedulares instalados en fémur, tibia y húmero. Cuanta más longitud de implante, mayor liberación de partículas.